Perseverar hasta el fin
Texto: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” — Mateo 24:13-14
Introducción:
Cuando Jesús pronunció estas palabras, hablaba de los tiempos finales, de un mundo lleno de engaño, persecución y apostasía. Pero en medio de ese panorama oscuro, el Señor lanza una poderosa promesa: “el que persevere hasta el fin, será salvo.”
No es un mensaje de temor, sino de esperanza; una invitación a mantenernos firmes cuando todo lo demás se tambalee.
El cristiano no está llamado solo a comenzar la carrera, sino a terminarla con fidelidad.
Hoy aprenderemos tres verdades fundamentales que nos fortalecen en este camino de perseverancia.
1. Perseverar es permanecer fiel en medio de la adversidad
Jesús nunca prometió un camino fácil, pero sí una victoria segura para quienes no se rinden. En Mateo 24, el Señor advierte de guerras, traiciones y falsos profetas, pero también señala que la verdadera fe se prueba en el fuego.
Perseverar no es resistir por nuestras propias fuerzas, sino por el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros.
La palabra “perseverar” en el original griego implica mantenerse bajo presión sin retroceder.
El apóstol Pablo escribió en Romanos 8:37:
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”
Cuando la fe es probada, Dios no nos está abandonando, nos está fortaleciendo.
Cada lágrima, cada lucha y cada silencio divino tienen un propósito: formar en nosotros un carácter firme, capaz de resistir hasta el final.
Reflexión:
No te rindas, aunque el camino sea difícil. El mismo Dios que comenzó la buena obra en ti la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).
2. Perseverar es confiar en las promesas de Dios cuando el mundo se derrumba
Jesús dijo: “y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo…”
Aun cuando el mal parezca avanzar, el Reino de Dios sigue extendiéndose. El creyente persevera porque sabe que la historia no termina en derrota, sino en victoria.
Perseverar es mantener la mirada en lo eterno cuando lo temporal se desmorona.
Abraham esperó contra toda esperanza; José perseveró en la cárcel; Daniel perseveró en Babilonia; y los apóstoles perseveraron aun ante la muerte.
Ellos comprendieron una verdad profunda: las promesas de Dios son más firmes que las circunstancias humanas.
Jesús no dijo “quizás se predicará el Evangelio”, sino “será predicado”.
El futuro de la Iglesia no depende del caos del mundo, sino del poder del Espíritu.
Cada vez que compartes la Palabra, cada oración, cada acto de amor cuenta para el cumplimiento del plan divino.
Reflexión:
Perseverar es creer que Dios aún está obrando, incluso cuando no lo vemos.
3. Perseverar es vivir con la mirada puesta en la eternidad
Jesús concluye este pasaje diciendo: “y entonces vendrá el fin.”
El fin no es una tragedia para el creyente, sino el cumplimiento de nuestra esperanza: la venida gloriosa de Cristo.
Por eso, perseverar no es aguantar sin sentido, sino caminar con propósito.
El apóstol Pablo decía:
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” (2 Timoteo 4:7)
El creyente que persevera sabe que el cielo es su meta, no el reconocimiento humano.
Vive cada día con la convicción de que su fidelidad será recompensada.
Jesús mismo prometió: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” (Apocalipsis 2:10)
Reflexión:
Perseverar es mirar más allá del presente y caminar con los ojos puestos en el galardón eterno.
Conclusión: La victoria de los que no retroceden
En tiempos donde muchos se enfrían, Dios está buscando hombres y mujeres que no se rindan, que amen su venida y que vivan con fidelidad hasta el último aliento.
Perseverar no es solo resistir, es avanzar con esperanza, predicar con pasión y creer con convicción.
El que persevere hasta el fin no será olvidado.
El que persevere hasta el fin no perderá su recompensa.
El que persevere hasta el fin verá al Rey de gloria venir en las nubes.
Hoy el Señor te dice: “No te detengas. No mires atrás. El final se acerca, y Mi recompensa viene contigo.”
Así que levántate, renueva tus fuerzas y sigue caminando.
Porque pronto el cielo se abrirá, y escucharemos la voz que dirá:
“Bien, buen siervo y fiel; entra en el gozo de tu Señor.”
¡Persevera, porque la victoria ya está asegurada en Cristo Jesús!

